Aprender a decir no: la clave para una vida más equilibrada

aprender a decir no es necesario para nuestro bienestar emocional

En la vida, muchas veces nos encontramos en situaciones en las que nos piden algo que no queremos hacer o que simplemente no podemos asumir en ese momento. Sin embargo, muchas personas tienen dificultades para decir no, lo que puede llevar a sentirse abrumado, frustrado o incluso resentido. Aprender a decir no es una habilidad importante que puede ayudarnos a tener una vida más equilibrada y satisfactoria.

¿Por qué nos cuesta decir no algunas veces?

Como seres humanos aprendemos a tolerar lo que no nos gusta. Aguantamos, callamos, aceptamos y hasta nos dejamos afectar por los comportamiento de otras personas o por situaciones o circunstancias que detestamos; el deseo de complacer y el miedo a no ser apreciados nos hace tolerar una cantidad de frustraciones, problemas y comportamientos propios mayor de lo que queremos ser conscientes incluso pensar, y por eso nos cuesta decir no.

Un principio fundamental es que la vida, el universo, el mundo, nos trata de la manera que pedimos o esperamos ser tratados. Así que cuanto más estés dispuesto a resolver tus problemas en la vida, más fuerte  te sentirás; Y cuanto más lo retrases, más impotente estarás. Vivimos en ocasiones, aceptando menos de lo que merecemos y eso nos cuesta nuestra vitalidad y felicidad.

Nos cuesta decir que no porque:

Tenemos  una baja autoestima y sentimientos de inferioridad.

Son a las personas  a las que les cuesta más decir no. No se atreven a exponer lo que realmente quieren, a estas personas les cuesta poner limites y cuando realmente querían decir no dicen si para ser aceptados para obtener reconocimiento, afecto, cariño, amor. Decir no es una competencia personal que como tal puede desarrollarse.

Nos cuesta decir no por temor a las consecuencias negativas

Consecuencias no deseables y que pueden ser : no conseguir aprobar, ser despedido, no ser llamados más por ejemplo a la hora de salir con amigos, pensamos que si decimos que no, no nos llamaran más. Tenemos estas consecuencias negativas grabadas a modo de ancla en nuestra mente y nos da miedo que se puedan repetir.

También nos cuesta decir no por miedo a que nos rechacen.

Piensan que si dicen sí a todo los que los demás les proponen  conseguirán ser aceptados en el grupo social, en el grupo de trabajo, conseguirán ser mas queridos y no se les desaprobará, se les respetará y serán tenidos en cuenta. Cuando en realidad lo que ocurre es todo lo contrario y si seguimos así no estamos más que alimentando a la bestia.

 Por experiencias anteriores negativas.

En el pasado cuando han querido decir no, les han tratado mal, los han ninguneado, es decir no les han  tratado con respeto. Por miedo a repercusiones negativas dicen si cuando quieren decir no. Son personas que callan y que aparentemente están respetando mas al otro que a ellos mismos, esta situación a la larga provoca mucha ira, frustración, resentimiento y lleva a que la persona acabe con la autoestima baja que es otro de los factores que provoca el  no saber decir que no.

Falta de saber comunicar nuestras necesidades.

Como saben que les cuesta comunicar de manera adecuada su punto de vista por miedo a hacerlo mal porque cuando lo han hecho lo hacen de manera agresiva o no son respetados porque lo hacen de manera poco convincente, pues prefieren seguir como hasta ahora y no ponen limites, no dicen no.

Por complacer al otro.

Porque quieren transmitir al exterior una imagen ideal de ellos mismos, quieren ser deseados, reconocidos, aceptados y lo hacen complaciendo al otro o al grupo. Esto les separa mas de lo que son en esencia porque se han inventado un yo ideal para complacer a los demás  que dista mucho de su  yo real. Cada vez se separan más de lo que son en realidad y esto provoca mucha ansiedad tanto social como emocional.

Aprender a decir no: claves y consejos prácticos.

Una vez que aprendes a decir que no, ganarás en autoestima y en salud, además de disponer más tiempo para hacer lo que realmente quieres hacer y de ser más eficiente y eficaz.

Pero ¿Cómo decir que no?

Gana en autoestima

No teniendo miedo a lo que los demás piensen de nosotros, el querer agradar, recibir reconocimiento, recibir cariño nos hace estar vinculados a los demás y hace que dependamos de ellos y que nos puedan manipular.

Además aprendiendo a expresar nuestras necesidades, lo que queremos y no queremos hace que aprendamos a respetarnos, respetando a los demás, dando nuestra opinión aunque también respetemos la opinión de los demás.

Ten muy claro cuales son tus valores.

A cuales de tus valores estas siendo desleal al decir  que sí, a que estas renunciando de ti de tu esencia de tu vida por decir que sí. Ya que esto te llevará a un estado de ansiedad por no estar siendo coherente con ellos al no estar respetándolos y de vuelta nos trae otra vez a que nuestra autoestima baje.

No des demasiadas explicaciones cuando digas que no.

Se firme diciendo no  y así no les darás argumentos a aquellos que te quieran convencer. Le darás menos armas con las que conquistar tu voluntad.

Valora que consecuencias positivas te llevan decir no.

Por el contrario que consecuencias negativas te lleva decir sí; perder el respeto hacia mi mismo y perder el respeto que los demás me tienen, que la autoestima me baje, que las relaciones interpersonales se vuelvan desequilibradas porque me manipulen, que se aprovechen de mi, económicamente…

Reconoce a lo que no sabes decir qué no.

Si conoces las situaciones en las que te cuesta más decir «no», enumerándolas y teniéndolas presentes, podrás trabajar en ellas y cambiarlas con entrenamiento y estrategias que te permitan lograrlo. Algunas de las estrategias son:

La asertividad, que consiste en aprender a decir «no» respetando a los demás. Es dar tu opinión respetando la opinión del otro desde el primer momento, sin importar lo que el otro pueda pensar. Piensa en las consecuencias negativas que te traerá si dices que «sí». Por ejemplo, cuando alguien nos quiere convencer de algo que no queremos, podemos decir: «Entiendo que quieras que haga esto, sin embargo, yo necesitaría esto otro. ¿Qué te parece si…?» De esta manera, respetamos al otro y llegamos a una negociación. Si la situación tiene que ver con algo que no compartimos ni queremos llegar a un acuerdo, basta con decir: «Entiendo o comprendo tu postura, aunque yo no la comparto».

El disco rayado consiste en repetir una y otra vez tu opinión sin añadir nada más cada vez que intenten convencerte de lo contrario para que digas que «sí». Por ejemplo: «Lo entiendo, pero no puedo ir»; «Sí, lo entiendo, pero no puedo ir»; «Lo sé, pero no puedo ir…».

El banco de niebla, también llamado claudicación simulada, consiste en hacer ver que lo que nos digan después de decir «no» no lo tomamos como un ataque directo. Reconocemos los argumentos y quejas de las otras partes de tal forma que esta postura crea una distracción ante los presentes mediante frases estratégicas sin ceder en nuestra postura inicial. También es llamado como el «no parcial» porque no rechazamos de manera directa una petición, pero aceptamos condicionados a terceras situaciones de tal manera que llevemos a la otra parte a mover su foco, olvidándose de sus demandas. Es saber dar la razón ante una discusión sin perder la integridad y el punto de vista propio. Por ejemplo, un compañero o un amigo nos pide ayuda recurrentemente para realizar una tarea, y aunque le hemos explicado varias veces cómo hacerla, para evitar conflictos no le diremos directamente que no. En su lugar, le diremos que queremos ayudarle, que entendemos que le resulte difícil aunque ya tiene todas las explicaciones para realizarlo solo.

Decir «no» es una habilidad que, con trabajo y entrenamiento, nos lleva a tener más bienestar.

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